“El Señor es mi pastor, nada me falta... Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo...” (Sal 23 [22],1-4). El verdadero pastor es Aquel que conoce también el camino que pasa por el valle de la muerte; Aquel que incluso por el camino de la última soledad, en el que nadie me puede acompañar, va conmigo guiándome para atravesarlo: Él mismo ha recorrido este camino, ha bajado al reino de la muerte, la ha vencido, y ha vuelto para acompañarnos ahora y darnos la certeza de que, con Él, se encuentra siempre un paso abierto. Saber que existe Aquel que me acompaña incluso en la muerte y que con su “vara y su cayado me sosiega”, de modo que “nada temo”, era la nueva «esperanza» que brotaba en la vida de los creyentes.
(Benedicto XVI, Spe salvi, 6)

ORACIÓN POR LOS FIELES DIFUNTOS 2010
(CELEBRACIÓN)
"Depositad este cuerpo mío en cualquier sitio, sin que os de pena. Sólo os pido que dondequiera que estéis, os acordéis de mí ante el altar del Señor" (Palabras de Santa Mónica en su lecho de muerte)
Para REZAR ante la sepultura:
El Señor se conmueve siempre ante las súplicas de sus hijos, porque es Dios de vivos. Con Job podemos exclamar: “Yo sé que mi Defensor está vivo, y que él, el último, se levantará sobre el polvo. Tras mi despertar me alzará junto a él, y con mi propia carne veré a Dios. Yo, sí, yo mismo lo veré, mis ojos lo mirarán, no ningún otro”.
Padrenuestro, Ave María y Gloria.
Oración:
Te pedimos, Señor, por nuestros seres queridos (nombres), que han dejado ya este mundo, y de modo especial por los más necesitados de tu misericordia, purifícalos totalmente para que puedan gozar de tu paz y del descanso eterno. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Responso:
V./ Dales, Señor, el descanso eterno.
R./ Y brille para ellos la luz eterna.
V./ Descansen en paz.
R./ Amén.
María, Estrella de la esperanza, haz más fuerte y auténtica nuestra fe en la vida eterna y sostén nuestra oración por nuestros seres queridos difuntos.
R./ Amén.“El Señor es mi pastor, nada me falta... Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo...” (Sal 23 [22],1-4). El verdadero pastor es Aquel que conoce también el camino que pasa por el valle de la muerte; Aquel que incluso por el camino de la última soledad, en el que nadie me puede acompañar, va conmigo guiándome para atravesarlo: Él mismo ha recorrido este camino, ha bajado al reino de la muerte, la ha vencido, y ha vuelto para acompañarnos ahora y darnos la certeza de que, con Él, se encuentra siempre un paso abierto. Saber que existe Aquel que me acompaña incluso en la muerte y que con su “vara y su cayado me sosiega”, de modo que “nada temo”, era la nueva «esperanza» que brotaba en la vida de los creyentes.
(Benedicto XVI, Spe salvi, 6)
No hay comentarios:
Publicar un comentario